¿Es el otro o yo? ¿Es momento de terapia?
MARTES DE TERAPIA
“¿Es el otro o yo? ¿Es momento de terapia?” por la Lic. Mariana Ferreri, parte del Equipo de Adultos del IPPL
Al hablar de los demás hablamos de nosotros mismos y las formas en las que nos relacionamos. Solemos presentar al otro en base a una queja, a un afecto, a hechos o rutinas en las que coexistimos en un tiempo y hasta percibimos diametralmente opuestas. Ahora bien, eso que nos pasa, y aún a veces vivenciamos como sufrimiento, ¿es del otro o es mío?
¿Qué hay del otro en mi o de mi en el otro?
La reiteración de situaciones en las que la pareja, la madre, un amigo o hasta incluso un desconocido hasta ese momento nos devuelve algo que nos incomoda muchas veces nos conduce a cuestionarnos que nos ocurre con lo que no cesa de repetirse en
un vínculo. ¿Cuándo es tiempo de pensar en una consulta, en un espacio personal donde revisar algunos de estos aspectos?
Solemos escuchar en la actualidad el término “tóxico” para adjetivar una cualidad en el otro asociado a cierto control, un modo de relación en el que las posibilidades de desarrollo y libertad de uno mismo estarían acotadas al campo que delimita el otro.
Ahora bien, ¿hay cuestiones adversas en la construcción de ese vínculo o vale preguntarnos si la propuesta de la pareja, por ejemplo, a participar en una relación de cierto compromiso, y en ese sentido de algunas coordenadas que llevan a acuerdos y desacuerdos en la vida diaria, nos incomoda, nos da temor o nos genera rechazo? En momentos de cambios continuos, contextos laborales y educacionales inesperados, las relaciones toman formas diversas al tiempo de la constancia y predictibilidad de años atrás.
La vida afectiva parece jugarse entre el instante que ofrece la conexión virtual y los escasos momentos de presencialidad de los que podemos gozar hoy en día, lo que conduce a algunos a verse impedidos incluso de llegar a otros cuando no se sienten cómodos con las herramientas digitales de las que disponemos.
Sin embargo, la posibilidad de repensarnos continúa vigente en tanto el espacio analítico invita a desplegar lo propio y a escucharnos en aquello que no cierra, que no queda comprendido en un comentario, en un like, que queda por fuera de lo que suponemos que debería acontecer en el encuentro con los otros. Es allí donde el análisis abre su juego y tiene su lugar, el espacio de lo propio y lo particular que nos aqueja y nos brinda la libertad de la elección personal.
Mariana Ferreri
Licenciada en Psicología
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